Una idea que comenzó con una bicicleta y una
bolsa viajera de libros en el pueblo rural de Todd, en el norte bonaerense, se
transformó en la construcción de una biblioteca, que es hoy punto de encuentro
de los vecinos que, entre mates y lecturas, se socializan y comparten
experiencias.
La gestora de esta inciativa fue Elisabet Blanco,
quien hace nueve años se mudó a Todd, un pequeño pueblo rural de 700 habitantes,
distante 10 kilómetros de Arrecifes y a 173 de la Ciudad Buenos Aires.
La mujer, que es apicultora, se instaló hace
nueve años en el pueblo desde la localidad de Haedo, en el conurbano bonaerense,
pero desde hace dos años comenzó a generar una movida cultural a partir del sólo
hecho de llevarles libros a la gente de campo caminando o en su bicicleta.
La iniciativa de Blanco fue primer finalista de
los premios Viva Lectura que se entregaron ayer en la Feria del Libro que se
desarrolla en el predio rural de Palermo.
Esta distinción, organizada por la Fundación
Santillana y auspiciada por el Ministerio de Educación de la Nación, reunió a
430 trabajos de promoción de la lectura de todo el país, de los cuales quedaron
20 finalistas.
“A mí siempre me gustó leer, recuerdo a mis
padres verlos siempre con libros en la mano y desde chica me vi rodeada de
libros, por eso hago hincapié en el ejemplo, los chicos cuando nos ven leer
despues leen”, dijo Blanco a Télam.
Contó que recién mudada a Todd le costó
adaptarse, pero que luego decidió armarse una bolsita con diez o veinte libros y
llevarlos a la casa de sus vecinos, que viven a tres, seis u ocho kilómetros, en
medio de una zona agreste y rural, como medio de socialización y para
interesarlos en la lectura.
“Llegaba a las casas, les ponía los libros sobre
la mesa y les decía ´libros frescos, sirvanse`, después se los dejaba, lo cual
era la excusa para volver y empezar a charlar”, destacó Blanco.
Así, los vecinos comenzaron a interesarse por sus
libros.
“Noté que les gustaba, que empezaban a leer, la
gente del campo es culta, preparada, pero estamos un poco encerrados, nos
ponemos un poco huraños”, dijo.
“Estamos acostumbrados a que nos lleven las
cosas, ellos no iban al libro y me di cuenta de que si ellos no iban, el libro
tenía que ir hacia ellos”, relató.
A medida que avanzaba el interés de los
pobladores “se fue generando una movida increíble, a mí me gusta la lectura, sé
de sus beneficios, me gusta desarrollar la imaginación y soy muy apasionada en
el tema, por lo que fue madurando la idea de una biblioteca”.
“Todd no tenía biblioteca, la única estaba en
Arrecifes y a mucha gente le costaba viajar los 10 kilóemtros que separan a la
ciudad, por eso fui al centro de jubilados del pueblo que nos cedió el espacio”,
relató Blanco.
La mujer destacó que a partir de allí “fue algo
mágico, la gente empezó a donar libros, no sólo los de Todd, sino también de
Arrecifes al tiempo que mi hermana, que es docente en una escuela de Haedo,
convocó a sus alumnos a donar libros”.
Indicó que “se despertó como una vocación en la
gente por leer y el Municipio -al ver el interés- donó las estanterías y puso
una bibliotecaria, por lo que se formó una biblioteca filial de la que está en
Arrecifes”.
“Hoy tengo muchos amigos que me siguen mandando
libros. Ahora en la biblioteca pusimos cine y se convirtió en el punto de
reunión del pueblo, a la tarde hago tertulias con la señoras que van al centro
para leer poesía”, sostuvo la mujer.
Pero aseguró que “todavía hay gente del campo que
le cuesta acercarse, por eso hago de correo y a esos vecinos les pregunto qué
libros quieren que las traiga. Entonces voy y se los acerco”.
“A mí me da placer ver a la gente que disfruta de
leer un libro, es un esfuerzo que vale la pena, aunque me digan después que el
libro no les gustó”, sostuvo Blanco.
“Es algo impagable que la gente se instruya y a a
partir de allí seamos mejores personas. Noté que la gente se socializó más a
través de este tipo de cosas”, afirmó.
“En el campo necesitabamos estar más juntos
-agregó- ya que somos como pequeñas islas, separados por kilómetros, ahora les
llevo los libros, los visito, los paso a buscar para ir al cine de la
biblioteca, ya que mi objetivo es que se convierta en un centro cultural”.
Blanco relató, además, que también enseñan baile
y agregó que “cuando damos cine, viene la gente de Arrecifes a ver la película y
se arman lindos encuentros”.
Ahora, dice, “hay señoras de 80 años que me
preguntan qué pueden hacer y yo les contesto: -`vamos a ordenar los libros`. Así
colaboran todos los vecinos. En ningún momento sentí algún tipo de rechazo, lo
que pasa es que cuando vas con buena onda y buenas ideas la gente se adhiere a
la propuesta”.
Blanco detalló que su nuevo proyecto “es hacer
una publicación local para promocionar las actividades de la biblioteca” por lo
que está buscando “publicidad y una bicicleta nueva”.
Fte: Telam
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